La primera de las historias transcurre entre el 04 y el 18 de este mes, observo una rosa distinta, su color resalta en este patio que, sin serlo, se parece a un patio andaluz,
la juventud de la rosa hace que sea atrevida, casi temeraria, sin escrúpulos y sin miedos se asoma fuera de los barrotes del recinto,
crece esbelta, llena de vida y todavía plena de juventud,
busca fuera lo que quizás dentro no encuentra, sin darse cuenta de que puede ser cortada,
en la madurez se hace precavida y se refuerza detrás de uno de los barrotes, sigue siendo bella, pero pierde color y protagonismo,
su madurez con otro colorido sigue siendo bella, de nuevo se asoma al mundo orgullosa de sus pétalos arrugados que la hacen dueña del protagonismo que siempre tuvo, con curiosidad y entusiasmo su recuerdo quedará en este rincón...
El mismo día que acaba la primera historia, al ir para casa comienza la segunda, tirada en el suelo, medio marchita y su tallo herido vemos esta segunda rosa de un color igualmente llamativo, la recogimos y decidimos adoptarla,
los cuidados que le podíamos dar era ponerla en agua y enderezar su tallo doblado, casi partido,
el día 19 la sacamos al sol y su tallo ya era firme,
ayer estaba así de bonita para Juan y para mí, puede que nos demostrara que se sentía agradecida...
Abrazos.
2 comentarios:
Ay, esa abuela y ese nieto son unos buenos cuidadores y seguidores de Rosas. Me ha encantado las dos historias y también ver ese patio "andaluz" que me enseñaste en persona.
Un abrazo grande. ¡A ver si me contestas a los correos!!!
Conchi
El patio está precioso, pero de la rosa ya no hay rastro y de la rosa roja te diré Conchi que sigue envejeciendo en casa.
Mi intención era contestar a esos correos, pero sinceramente me olvidé.
Abrazos.
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